Señor, haz de mí un instrumento
para que quien no pueda leer
si pueda escuchar muchas buenas historias:
donde exista distancia al libro,
ponga yo cercanía;
donde haya un “no me gusta leer”
ponga yo los medios para lograr
un nuevo entendimiento con los libros;
donde haya pereza, apatía, desesperación, tristeza,
ponga yo la alegría de los cuentos y las narraciones orales.
Señor, que no me empeñe tanto en ser escuchado
como en lograr el milagro que surge
a través de las historias narradas,
la comunicación, en ser comprendido como en comprender
que es lo que realmente necesita ser escuchado;
en ser querido y aceptado como narrador
como en amar y aceptar las diferencias de niños,
jóvenes, adultos, ancianos…
Porque es olvidándose del propio ego
que uno se encuentra;
es escuchando como se es escuchado;
es entregando todo de sí como se puede incitar
a conocer el placer de la lectura
.Mariela Ferrada-Cubillos.
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